Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha encargado por cada uno de nosotros: ” El hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano.
Por esta razón, el Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación, “es considerado como el principal indicador y símbolo […] del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres”
Catecismo de la Iglesia Católica 478.