Es uno de los desórdenes emocionales más estigmatizantes, ya que produce incomprensión por el entorno, burlas, bromas, y en definitiva, mucha angustia y preocupación.

Las personas con hipocondría tienden a buscar constantemente información sobre salud en Internet, sobre enfermedades relacionadas con sus molestias. Acuden con frecuencia a diferentes médicos y especialistas, y a pesar de recibir diagnósticos que aseguran que todo está normal, siguen pensando que padecen una enfermedad, pero que los médicos no han logrado descubrirla aún.

Lo más característico de la hipocondría son las preocupaciones y el miedo excesivo.  

 

¿Qué provoca la hipocondría?

¿Cómo llega una persona a ser hipocondríaca? La mayoría de las explicaciones sobre el origen de la hipocondría reconocen que no hay una causa única, sino una interacción de diferentes variables.

No hay evidencia de que haya una influencia genética, pero el entorno familiar o experiencias traumáticas en la infancia podrían ser cruciales para desarrollar un comportamiento hipocondríaco (Thorgaard, Frostholm y Ras, 2016).

Dos psicólogos de prestigio, Warwick y Salkovskis (1990) nos ofrecen una explicación del desarrollo de la hipocondría:

  • Un aprendizaje o experiencia previa hace emerger creencias erróneas sobre la enfermedad.
  • Estas creencias pueden estar latentes hasta que se produce un incidente crítico que las activa.
  • A partir de ese momento la persona comienza a focalizar su atención en el cuerpo y a encontrar síntomas que antes pasaban desapercibidos.
  • Estos síntomas, aún siendo normales, son interpretados como una posible enfermedad y conllevan mucho malestar y miedo.
  • Las quejas y visitas a los médicos no tranquilizan y a largo plazo aumentan el malestar, que acrecienta la intensidad de estos sí
  • El ciclo se repite aumentando más y más la ansiedad e interfiriendo en la vida de la persona.
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